Son muchos aspectos de nosotros que se transforman con el desamor y el duelo. No solo nos “quita” personas, o proyectos, también nos “quita” sentimientos queridos, con las que nos gustaba estar identificados. Sentires que nos daban sensaciones placenteras y que nos daban una imagen luminosa de nosotros mismos.
En el dolor de esas múltiples pérdidas, aparecen sensaciones y sentimientos desagradables como el odio, la victimización, el resentimiento. Pero todo estado es temporal. Lo natural de los seres vivos es una energía unificadora e inclusiva llamada amor.
Dependiendo de la resiliencia de nuestro tejido, somos capaces de transformar ese inmenso dolor en una experiencia de aprendizaje. Una vez que logramos aceptar esta experiencia, decir “sí, este soy yo viviendo esto, sintiendo esto, y quiero seguir viviendo a pesar de”, empieza a aparecer la vibración inevitable del amor a esas personas, a esa experiencia, a uno mismo equivocándose y desarmándose. El amor y el deseo de bienestar por todos los involucrados.
Toma esa vibración como señal clara de que estás sanando y creciendo (en realidad, siempre lo estás, pero cuando vibra es más notorio, ¿no?)
Sería fácil decir en este caso “deja que el amor se manifieste”. Pero eso es una meta muy difícil cuando estás adolorido. ¿Quieres probar con esta programación?: Déjate doler y extrañar, deja que te tome entero(a).
Respira, come, pide gente cerca, ayuda a tu cuerpo mientras lo atraviesa la tormenta. No importa el tamaño de ésta: la Vida es más fuerte, vas a poder incluso amar este momento. Tienes permiso para seguir amando, por el simple hecho de estar vivo.
Incluso después de esta muerte, la Vida se las arreglará para amablemente repoblar tu corazón. Y te vas a descubrir amándote de nuevo, amando a todos los involucrados, y amando el acontecer
Pili.- (consulta@pilarnavarro.cl)
Ilustración: Qistina Kalidah, alias “Qissus”, conozcan a esta maestra en el link.
El título es una cita de una canción llamada “Venir“, del artista “(Me llamo) Sebastián”