La lógica competitiva, o “lógica de gimnasio” como me gusta decirle (“¡siempre puedes dar un poco más!“), no aplica de manera sabia a todos los casos. En nuestra juventud tenemos resistencia a todo tipo de tropezones, y la necedad se compensa con una resistencia extraordinaria a las caídas. Pero conforme se acumulan cicatrices y dolores, está bueno aprender a detenernos a tiempo.
La lógica competitiva ve las renuncias como fracasos y pérdidas netas, cuando en realidad a veces una renuncia es un sabio autocuidado, un valor al aprendizaje del proceso, un respeto a los propios límites y un honor a nuestra humanidad.
Quiérete renunciando
Pili.- (consulta@pilarnavarro.cl)